Portada - Casa con Jardín / Patera-Tierra

CASA CON JARDÍN
PATERA - TIERRA
- Teatro -

Ed. DosSoles
Madrid, 2007

ISBN 978-84-96606-25-8



 



Revista de Investigación Teatral Acotaciones nº 21
Real Escuela Superior de Arte Dramático
Pedro Víllora, Director


 

He aquí uno de esos escritores casi secretos cuya obra, ya abundante, apenas recibe atención por parte de los medios periodísticos y críticos, hasta que el día menos pensado la fortuna en forma de premio de relumbrón nos lleve a darnos cuenta de todo lo que nos habíamos estado perdiendo sin reparar que estaba a nuestro lado. De momento ha publicado novelas –Fugu (o la estética del vacío) (1994)y Donde sea lejos (2003)-, libros de narrativa breve –Manual de historia prescindible (1998), El alfabeto matemático (2000) y De entre las ruinas (2007)- y poesía –Espectador de mí (1987), Palabras en desuso (1998), los héroes fatales (1998), Autorretrato póstumo (2001), Los guerreros de Terracota (2004) y Derrota de regreso (2005)-, casi todos ellos en cuidadas ediciones minoritarias. Una bibliografía en la que no se encontraba ninguna obra de teatro hasta la reciente aparición de este volumen con dos piezas que en lo formal apenas tienen relación pero que sin embargo comparten inquietudes y objetivos similares.

Es cierto que el comentario de las obras de creación no tiene por qué contemplar los aspectos biográficos de sus autores. Sin embargo, en el caso de Jaime Alejandre hay datos que sirven para iluminar la razón de la familiaridad entre estos dos textos. Alejandre ha sido observador internacional de la ONU en conflictos armados, y ha recibido la Medalla de la Paz de esta organización así como la Cruz de la Orden del Mérito Militar con carácter extraordinario. Sus preocupaciones sociales se han extendido a lo ambiental, y no sólo ha desempeñado importantes cargos ministeriales en España, sino que en 2006 fue nombrado vicepresidente de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Se trata, por tanto, de alguien cuyo compromiso con la Humanidad y la Naturaleaza está más allá de la especulación. Sin saber estos datos, entre las muchas cosas que pueden admirarse de Casa con jardín y Patera-Tierra está su sentido crítico. Al conocerse la profesión del autor, esa conciencia se agudiza porque entendemos que estamos ante alguien que posee los datos que los demás simplemente intuimos, que no es uno más de los que reaccionan ante las injusticias televisadas sino que ha estado allí para verlo, vivirlo y contarlo. Si parece pesimista, tiene información para serlo. Para Alejandre, este mundo sin Dios que se destruye ha hecho de sobra para merecer su fin.

En “Casa con jardín”, Maleva y Alán intentan alquilar el mismo chalé en el que residieron hace años hasta que un día lo abandonaron súbitamente. El dueño y promotor de la urbanización, Creús, se niega a hacerlo, pese a que en todo ese tiempo no ha vuelto a ser habitado. ¿Qué razones hubo para huir de un lugar perfecto, paradisiaco? Creús no encuentra justificación, y por eso no piensa cambiar de opinión por mucho que insistan tanto Alán como, especialmente, Maleva, quienes apelarán a su triste experiencia personal –tuvieron dos hijos y uno de ellos, Cráin, mató al otro, Albert- para intentar conmoverlo.
Alejandre ha creado en Alán a un hombre sobrepasado por las circunstancias, en Maleva a una manipuladora perpetuamente insatisfecha y en Creús a un dios inmisericorde y no menos manipulador, responsable de las trampas y tentaciones que llevan a la pareja primero a desear la libertad y después a temerla. la alegoría concebida por el autor y desarrollada a través de dos escenas y dos desenlaces tiene algo de via crucis de los seres humanos que no son capaces de protegerse a sí mismos y tampoco merecen que nadie vele por ellos. Alejandre permite a sus personajes desarrollar la explicación de sus motivaciones y rebatir a sus adversarios, con lo que el diálogo alcanza una fenomenal altura dialéctica cuya contundencia siempre es comprensible. Con rigor clásico, Casa con jardín es una tragedia donde todos arrastran una culpa y afrontan una penitencia tanto mayor cuanto más próxima está la certeza de que, con un mínimo esfuerzo, habrían podido ser felices.

La contención de Casa con jardín, con su reducido número de personajes y su argumentación pormenorizada, se desborda en Patera-Tierra. Se abre señalando que se trata de una “obra de teatro en un solo acto en la que se va llenando el escenario de actores que no lo abandonan organizando un ambiente de superpoblación y masificación en el que se provoca la desaparición de la diferencia cultural, el estrés, la deshumanización, la violencia, la prisa. La vida como un atasco de tráfico”.

Casi un centenar de personajes irá apareciendo para intervenir brevemente y quedarse: una donante de óvulos fecundados por héroes tales como un cantante de éxitos veraniegos o el ganador de Gran Hermano, un doctor especializado en genética, unos conductores que se apean de los vehículos para pelearse, guardias municipales, enfermeros, jóvenes de todas las tribus urbanas, concursantes televisivos, ricos que juegan al golf, inmigrantes rebosando una patera, obispos, monjas, cantautores, paralíticos, presos en una cárcel… Las conversaciones y relaciones entre todos ellos se basan fundamentalmente en el aprovechamiento, el desprecio y hasta el odio… La situación es agobiante y eso engendra caos y violencia generalizada, propios de un mundo superpoblado, insolidario y para el que ya no existe esperanza ni tratamiento.

El debut teatral de Jaime Alejandre es espléndido, propio de quien no ignora que el teatro se compone de fábulas tratadas con la intensidad de un poema. Con todo lo relevante que es su contenido, es en el tratamiento dramatúrgico de su material donde reside la calidad de estas dos piezas: acaso un auto sacramental la primera, tal vez un ceremonial pánico y cruel la segunda. Dos grandes textos de un autor digno de mayores reconocimientos.

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