Portada - Autorretrato póstumo

AUTORRETRATO PÓSTUMO
- Poesía -

Colección Los Raros
SIAL Ediciones
Madrid, 2001

ISBN 13: 978-84-95498-36-6
ISBN 10: 84-95498-36-7

 

 

 



Autorretrato póstumo - El libro del ángel inconcluso

 

 

Ni los orgullosos lirios

sobrevivirán diez,

 

 

cien otoños,

ni tu recuerdo hallará

 

ninguna estatua.

 

 

Ni los lirios

vivirán cien primaveras.

Ni tú serás eterno.

 

 

Ni la gota del río volverá

aguas arriba,

 

 

al manantial,

ni tú volverás
a besar aquella vez primera.

 

 

Ni la palabra que dijo boca enamorada

se cincelará en el aire
ni unos labios podrán
retener el calor de un primer beso.

 

 

Ni unos ojos retendrán la vida, el brillo

ni un amor preservará
más allá de la muerte su contacto.

 

 

Ni el hallazgo de unos versos

ocultos en la madreselva

 

 

del propio corazón;

ni la gris talla de un gesto;
ni el cello, barroco; ni un adagio;
ni la gris talla de un gesto
abatido por la pena justifican
una tarde de tristeza...

 

 

Ni el dulzor de devolver una saeta

directamente al odio, al ojo,
al corazón te quitará del labio
la certeza de no haber nunca nada:
ni venganza, ni sentido,
ni esperanza alguna
sino aniquilación, fatal
soledad, afán estéril.

 

 

Ni sólo las luces que se apagan,

los lirios marchitados,
los ecos ya perdidos
o los versos olvidados.
Tampoco tú serás
mañana y siempre.

 

 

Ni lloverá todas estas noches

ni tú serás
más que una tormenta de verano.

 

 

Ni podrá ocupar la lluvia

todos los segundos de la noche
ni tú atravesarás la eternidad
con el recuerdo
de uno sólo de tus tactos.

 

 

Ni podrá ocupar la lluvia

todos los quejidos de la noche
ni tú atravesarás la eternidad
con la presencia
de una sola de tus dichas.

 

 

Ni siquiera la injusticia,

el inmisericorde
remordimiento atroz
serán más eternos
que una llama o una palabra
dicha al aire en una

 

 

tarde de silencio.

 

 

Ni se descansa

más hondamente en otros brazos
ni podrás jamás

 

 

negar los de la muerte.

 

 

Ni la lágrima que cae

hará surco en tu rostro
ni tú
dejarás en nada huella.

 

 

Ni el rescoldo arderá

pacientemente un año
ni tú verás mil primaveras.

 

Ni sólo la injusticia

será más eterna que tú mismo:

 

aun en el último hálito
de vida que te quede
te abrasará algún remordimiento.

 

 

Ni la rama florecida del cerezo

sabe que es mucho más que hermosa
ni tú que todo ya es inútil.

 

 

Ni el esfuerzo inútil de querer

saber que viviremos
es menos
grotesco que el deseo
de amar hasta la muerte.

 

 

Ni se estremecerá la roca

ni palpita un corazón
después de muerto.


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