LOS GUERREROS DE TERRACOTA
- Poesía -

Ediciones Smara, 2004.

ISBN 13: 978-84-933429-2-0
ISBN 10: 84-933429-2-0


PRÓLOGO por
CARLOS AGANZO

 

 



Los guerreros de Terracota


Las profundas reflexiones sobre la Muerte a veces nos dejan perplejos y nos hacen sentirnos extraños a ella: pocos se identifican con el heroico General caído en la batalla, o con el eminente Político en su lecho postrero rodeado de cronistas de la época. Sin embargo, también en nuestro anonimato la muerte nos sobrevuela. Pero podemos mirarla con la ironía amarga y solidaria de quien, aunque se siente ignorado por el mundo y sabe que para morir ha nacido, también cree que la terracota de los guerreros, con motivo o sin él, perdurará en algún lugar del mundo y en todos los lugares del corazón del hombre.

 

 

 

¿Frente a qué cuadro y qué
música de fondo, con qué
libro entreabierto en la mesilla,
después de qué película,
bajo qué cenizas del amor?,
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué última palabra, y qué recuerdo
abrasando tus pupilas,
doliéndote en la lengua qué
gesto, asombro o pena,
en qué estación, bajo qué luz?
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué ojos mirándote y qué manos
para darte un consuelo que no llega,
qué dureza de sábana lavada y qué
calor de cuerpo aún desnudo,
qué espejo para el postrer despido?,
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué lluvia, con qué beso y qué
remordimiento aún encendido,
qué soledad, qué compañía o verso,
al pie de qué animal, qué armas,
en mármol, bajo qué tierra sin nombre,
qué fecha podrá allí acompañarte
y qué importancia absurda?
cuando vayas - como irás -
y ya no vuelvas.

 

 

Definiciones

La soledad. La soledad es un perro
que aúlla en la madrugada
esperando la vuelta de su amo,
que se ha matado en un coche.

El silencio. El silencio es apretar
el oído contra el pecho
del amigo al que ya
se le ha parado el corazón.

La lentitud. La lentitud es un tren
que ves pasar de largo,
que no se detendrá
jamás en tu estación.

La emoción. La emoción es oler llegar
la lluvia cuando la sed
ya no saciará
más que a un cadáver.

El amor. El amor son las flores
siempre frescas
al pie de aquel semáforo
que tu hija se saltó.

 

 

Ha subido la marea. Y, ¿para qué?
¿Para qué, si bajará cuando lo digan
la fuerza de la luna y la costumbre?

Se ha puesto el sol. Y, ¿para qué?
¿Para qué, si amanecerá cuando nos gire
la fuerza de la gravedad y la rutina?

¿Para qué? Para vivir, haber vivido.

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