LOS GUERREROS DE TERRACOTA
- Poesía -
Ediciones Smara, 2004.
ISBN 13: 978-84-933429-2-0
ISBN 10: 84-933429-2-0
VIAJE AL SILENCIO
La obra de un poeta, como un atlas del corazón, nos sirve a los
lectores para seguir los itinerarios de su geografía, vital o literaria,
con emoción de argonauta. Así, caminar tras las huellas
de la poesía de Jaime Alejandre, “perder países”
–tal dice que es viajar Fernando Pessoa- con la guía espiritual
y literaria de sus libros, supone subirse a un tren de largo recorrido
que se inaugura oficialmente en 1986 con aquel Espectador de mí
que obtuvo un accésit del Premio Jorge Manrique, y al que siguieron
otros poemarios como Los héroes fatales, Palabras en desuso o Autorretrato
póstumo, y que hoy nos deja detenidos en una sobrecogedora estación,
llena de verdad y de intensidad poética.
Ya en Autorretrato póstumo, su anterior poemario, con el que obtuvo
el accésit del Premio Sial en el 2000, los versos de Jaime Alejandre,
enajenados hasta entonces en un sólido escepticismo y, sobre todo,
engatusados, embebidos, enamorados de la embriagadora fuerza de la palabra,
comenzaban a dar un giro profundo hacia la búsqueda de una verdad
interior. Cierto que aún las percepciones del mundo, de sus miserias
y sus contradicciones, no habían llegado a perforar del todo el
corazón del poeta, porque quizás su fe en la palabra, su
confianza en la poesía como salvavidas último que impide
ser arrastrado por la corriente, le permitía todavía mantenerse
al margen. Como espectador herido, pero como espectador al cabo.
La vida, sin embargo, el propio dolor de hombre, el zarpazo de la pérdida,
consiguen en Los guerreros de terracota, el libro que ahora tenemos entre
las manos, romper definitivamente las resistencias del poeta. Después
de una larga trayectoria, de una odisea de viajes reales y literarios,
la poesía de Jaime Alejandre se expresa aquí en su costado
más dolorosamente humano, toca definitivamente hueso y nos conmueve.
Y así quedamos no ya enajenados, ni absortos, ni asombrados, sino
definitivamente vulnerados.
¡Cuánta “dureza de sábana lavada” hay
en este libro! ¡Cuánta piel! ¡Cuánto dolor físico
y químico...! Como certeza, como agonía definitoria del
ser humano, la muerte se manifiesta permanentemente en estos versos. La
metáfora de la “fría nave que ha zarpado” hacia
lo invisible es, quizás, la más dulce de un puñado
de poemas donde lo verdaderamente inquietante, de manera paradójica,
no se encuentra en el misterio del más allá, sino en las
llagas que nos deja una existencia cotidiana desconcertante. El poeta,
como un ciervo herido, huye constantemente hacia un mundo épico
y mítico que pueda hacerle confundir su pena con la pena universal
del hombre; pero también cae, una vez tras otra, en la angustia
de lo inaprensible, de lo inexplicable, de lo que está detrás
de cada gesto, de cada palabra, de cada acción del día a
día. La muerte, como “el más cruel testimonio de la
vida”. La muerte como derrota.
Hay que leer despacio estos versos de Jaime Alejandre. Hay que dejarlos
convivir con nuestra propia experiencia. “Su muerte se me adentra
por mi muerte / su peso es mi materia y me derriba”, dice. Y en
este caer, además de la duda, de la desconfianza en las propias
fuerzas, el poeta encuentra también algo que tal vez buscaba desde
hace tiempo; algo que se intuye ya en sus anteriores libros, siquiera
únicamente como presagio, como telón de fondo; algo que
sabía cierto, pero que nunca se había detenido a escuchar
con verdadera intensidad: el silencio. Frente al ruido, frente a la fiesta
alucinada de la palabra en los libros anteriores de Jaime Alejandre, en
Los guerreros de terracota hay ventanas, hay saltos, hay inmersiones profundas
en el silencio. Una “pena disimulada y sin palabras” que nos
deja en este libro el testimonio de un poeta desnudo, un autor cuya poesía
creíamos conocer bien, y no era cierto. Quizás ni siquiera
él mismo lo sabía.
Carlos Aganzo
Director de Diario de Ávila
Narrillos de San Leonardo (Ávila). Abril de 2004.